7 Festival Universitario Eureka. Panoramas: Desvelos
Crítica de Crashing Waves (2021), de Lucy Kerr
Por Kathia Jiménez
@Alegria_Kath
Esta redactora debe reconocer que uno de los primeros elementos que se aprecia en un filme es la concepción de la imagen. Es emocionante mirar una película con planos complejos, mismos que permiten exaltar las características técnicas y creativas de los realizadores. Ante las maravillas que se nos presentan, no queda más que preguntar lo que cualquier niño haría: “¿Cómo hicieron eso?” Inferimos que una serie de elementos –luces, set, dirección y actores– deben estar en sintonía para poder lograr las imágenes más fieles a los sentimientos humanos. Sean comerciales o serias, todas las producciones deben cumplir con un equipo que logre la magia del séptimo arte; ya sea desde la escena más emotiva o la más cargada de adrenalina. No obstante, hay un componente fundamental que casi siempre olvidamos: el stunt o doble, actores calificados que llevan a cabo escenas de riesgo.
Hay intérpretes que optan por hacer sus propias escenas de acción, tales como Tom Cruise, quien lleva al límite –y sin trucos cinematográficos– la toma perfecta. Siempre con la confianza de saber que su equipo de producción lo protege. Sin embargo, ¿qué pasa con aquellos stunts que sienten que la escena los pone en riesgo o cuando la producción presiona para realizar una toma que puede llegar a lastimar al actor? O, peor aún, ¿cuando se desprenden del papel de actor y deben ser ellos mismos teniendo miedo?

Lucy Kerr en Crashing Waves (2021) le da voz a dos actrices stunt hollywoodenses que han tenido que enfrentarse a este tipo de situaciones. Jess Harbeck testimonia un evento que sucedió hace diez años, enfrentándose a unas descontroladas olas dentro de un automóvil para lograr la toma perfecta. Con voz en off, relata cómo tuvo que ahogar sus más profundos impulsos de gritar, llorar o simplemente huir, tratando de convencerse a sí misma que ese trabajo le permite subsistir todos los días. Por otro lado, Kelli Scarangello muestra su experiencia como doble en la serie televisiva El exorcista. El equipo de dicha producción ensaya una escena que pone en riesgo la salud e integridad de la actriz. A pesar de ello, deciden filmarla, lastimando a Kelli.
Es bien sabido que en Hollywood ha habido accidentes e incluso muertes de stunts dentro del set. Es entonces cuando deberíamos reflexionar si vale la pena poner en riesgo a un miembro del equipo en beneficio del arte. Reconociendo que la industria cinematográfica es exigente y voraz, también debería ser un espacio que promueva la integridad de todos sus trabajadores y no un riesgo para quienes laboran arriesgando su vida. Pareciera ser que firmar un contrato de stunt es firmar uno con el diablo, renunciando a ser una persona y convirtiéndose en una marioneta.
Alcanzar la perfección de una imagen implica el control desmedido de la escena. La característica principal del cine son los sentimientos y emociones que logran que las historias –ficticias o no– empaticen con el espectador. Pero yo le cuestiono al público, ¿usted se reprimiría ante una situación de riesgo?